También denominado Ginger y Fred – en honor a la mítica pareja de bailarines – la casa es una construcción de estilo deconstructivista, que sin embargo logra integrarse al vecindario de la costa este del río Moldava.
El diseño plantea una ruptura de las líneas rectas: justamente la sinuosidad de sus curvas da realmente la sensación de que se estuviesen moviendo al compás de una melodía. Se dice que este quiebre representa en la arquitectura el giro político operado en 1989, en el que, a partir de un nuevo lenguaje pero que pueda ser entendido por todos, se pretende dar un salto hacia el futuro.
Emplazado sobre una superficie de 5.400 m2, se ha utilizado para su construcción acero, cristal y hormigón. En su parte superior tiene una cúpula – muy utilizada en los edificios tradicionales de Praga – pero, claro está, hecha a su propio estilo.
En el tejado hay un restaurante francés con extraordinarias vistas del río Vltava.